martes, 23 de abril de 2013

"EL 'SANGUCHE' ME SALE SOLITO"

Para 1907 el último grito de la moda lo daba el “Bar Automat". Este lugar se encontraba en Bartolomé Mitre al 400.

Pero... ¿Qué tenía de innovador?

Este bar ofrecía a sus clientes el despacho automático de cerveza, refrescos y sandwiches.


Contaba con unos cilindros de vidrio empotrados a la pared con estantes en su interior, conteniendo cada uno un determinado tipo de alimento: sandwiches de miga o pan francés (desde fiambres y queso, hasta milanesas o matambre), empanadas y algunos postres: trozos de tortas, pasta frola, queso y dulce, e incluso panqueques de gustos varios.

Si se colocaba una moneda en la ranura del mecanismo (generalmente de diez centavos), se accionaba una manivela y descendía el estante correspondiente hasta una abertura inferior donde el cliente tomaba su alimento. Para las bebidas existían dos sistemas: uno similar al mencionado, pero con botellas, y otro que se servía de grifos. De esta manera se obtenían jugos, refrescos como Bilz o Pomona, vinos, cerveza e infusiones calientes.  

Con el tiempo aparecieron despachos automáticos de minutas: sopa de arroz o fideos, buseca, ravioles a la manteca o al jugo, milanesa con fritas, asado de tira, arroz con carne, pastel de carne, y albóndigas (para quienes comemos en el centro, una locura!).

Habiendo puesto la monedita, un empleado al otro lado de la pared, abría la puerta y entregaba la preparación elegida. Casi siempre se comía “de parado” en mesas angostas adosadas a las paredes o dispuestas en el centro del local.

Algunos otros bares automáticos se encontraban en Av. Rivadavia y Montiel (Liniers), Alem al 500, Avenida de Mayo al 800 o en la Galería Güemes.


Cuentan algunos testimonios que los carteles de los locales de comida automática indicaban: “si usted coloca una moneda, aparecerá el plato solicitado. Pero si la moneda es falsa…aparecerá el dueño”.


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martes, 23 de abril de 2013

"EL 'SANGUCHE' ME SALE SOLITO"

Para 1907 el último grito de la moda lo daba el “Bar Automat". Este lugar se encontraba en Bartolomé Mitre al 400.

Pero... ¿Qué tenía de innovador?

Este bar ofrecía a sus clientes el despacho automático de cerveza, refrescos y sandwiches.


Contaba con unos cilindros de vidrio empotrados a la pared con estantes en su interior, conteniendo cada uno un determinado tipo de alimento: sandwiches de miga o pan francés (desde fiambres y queso, hasta milanesas o matambre), empanadas y algunos postres: trozos de tortas, pasta frola, queso y dulce, e incluso panqueques de gustos varios.

Si se colocaba una moneda en la ranura del mecanismo (generalmente de diez centavos), se accionaba una manivela y descendía el estante correspondiente hasta una abertura inferior donde el cliente tomaba su alimento. Para las bebidas existían dos sistemas: uno similar al mencionado, pero con botellas, y otro que se servía de grifos. De esta manera se obtenían jugos, refrescos como Bilz o Pomona, vinos, cerveza e infusiones calientes.  

Con el tiempo aparecieron despachos automáticos de minutas: sopa de arroz o fideos, buseca, ravioles a la manteca o al jugo, milanesa con fritas, asado de tira, arroz con carne, pastel de carne, y albóndigas (para quienes comemos en el centro, una locura!).

Habiendo puesto la monedita, un empleado al otro lado de la pared, abría la puerta y entregaba la preparación elegida. Casi siempre se comía “de parado” en mesas angostas adosadas a las paredes o dispuestas en el centro del local.

Algunos otros bares automáticos se encontraban en Av. Rivadavia y Montiel (Liniers), Alem al 500, Avenida de Mayo al 800 o en la Galería Güemes.


Cuentan algunos testimonios que los carteles de los locales de comida automática indicaban: “si usted coloca una moneda, aparecerá el plato solicitado. Pero si la moneda es falsa…aparecerá el dueño”.


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