LOS NEGROS DEL FONDO
En la sociedad porteña de inicios del XIX el patio del fondo era el reino de la servidumbre. En este lugar las esclavas o libertas que se dedicaban a cocinar, planchar, lavar, cuidar crios propios y ajenos, fregar patios, cuidar animales caseros, atender la casa, acarrear el agua para llenar los tinajones que se guardaban a la sombra, servir la mesa y atender a la patrona en el estrado cebandole mate (ya que la dueña de casa recibía las visitas en un piso más elevado que el resto).
Existieron crueles formas de tratar a los sirvientes esclavos, desde la "negrita del coscorrón" usada para calmar los malos humores a golpes, hasta la que era rapada dejándole un mechón de cabello para jalarlo como castigo. Algunos eran una especie de bufones; tampoco era raro que sirvieran mate de rodillas.
El "patio de atrás" de la casa era un terreno dejado de lado, ya sea por puritanismo, racismo o indiferencia. Por lo general estaba integrado por casuchas, gallineros, cocina, leñera, letrinas (el "lugar común"), y construcciones de mampostería con techo a un agua que eran usados por la servidumbre.
Este lugar según Lucio Mansilla “... Era la parte de la casa que tenía más vida, donde los niños jugaban y corrían, donde de noche los Afros debían hacer sus ritos religiosos a escondidas, hablar su propio idioma y vivir en una libertad que en el resto de la casa era imposible...”
En aquella Buenos Aires, era común el tener mucho servicio doméstico, a veces más de diez esclavos en una casa, lo que para los viajeros europeos resultaba exorbitante para el nivel social de sus propietarios.
Fuente: "Arquitectura para la esclavitud en
Buenos Aires: una historia silenciada" Daniel Schavelzon
En la foto, Felipa Larrea de Larrea retratada por Caras y Caretas en 1909. Es considerada la última esclava viva de Buenos Aires para aquellos años.
Felipa sirvió en las casas de Valentín Díaz, Josefa Lavalle y Marco del Pont. Años después, ya libre, sirvió a Bernardino Rivadavia. Aunque trabajó para importantes familias, murió en la completa miseria llegando a tener 11 hijos.
Este es el homenaje de Metejon de Barrio a todos aquellos que han sido sometidos a la servidumbre en nuestro país. Difundir esta historia y reflexionar sobre ella nos hace crecer.
Algunos teléfonos que pueden sernos útiles:
- Tribunal de trabajo doméstico: 0800-666-4100 (opción 5)
- Trabajo Infantil: 0800-666-4100 (de 10 a 16 hs)
- Talleres clandestinos en la Ciudad de Buenos Aires: 0800-999-2727 (op. 1 y 2)
En la sociedad porteña de inicios del XIX el patio del fondo era el reino de la servidumbre. En este lugar las esclavas o libertas que se dedicaban a cocinar, planchar, lavar, cuidar crios propios y ajenos, fregar patios, cuidar animales caseros, atender la casa, acarrear el agua para llenar los tinajones que se guardaban a la sombra, servir la mesa y atender a la patrona en el estrado cebandole mate (ya que la dueña de casa recibía las visitas en un piso más elevado que el resto).
Existieron crueles formas de tratar a los sirvientes esclavos, desde la "negrita del coscorrón" usada para calmar los malos humores a golpes, hasta la que era rapada dejándole un mechón de cabello para jalarlo como castigo. Algunos eran una especie de bufones; tampoco era raro que sirvieran mate de rodillas.
El "patio de atrás" de la casa era un terreno dejado de lado, ya sea por puritanismo, racismo o indiferencia. Por lo general estaba integrado por casuchas, gallineros, cocina, leñera, letrinas (el "lugar común"), y construcciones de mampostería con techo a un agua que eran usados por la servidumbre.
Este lugar según Lucio Mansilla “... Era la parte de la casa que tenía más vida, donde los niños jugaban y corrían, donde de noche los Afros debían hacer sus ritos religiosos a escondidas, hablar su propio idioma y vivir en una libertad que en el resto de la casa era imposible...”
En aquella Buenos Aires, era común el tener mucho servicio doméstico, a veces más de diez esclavos en una casa, lo que para los viajeros europeos resultaba exorbitante para el nivel social de sus propietarios.
Fuente: "Arquitectura para la esclavitud en
Buenos Aires: una historia silenciada" Daniel Schavelzon
En la foto, Felipa Larrea de Larrea retratada por Caras y Caretas en 1909. Es considerada la última esclava viva de Buenos Aires para aquellos años.
Felipa sirvió en las casas de Valentín Díaz, Josefa Lavalle y Marco del Pont. Años después, ya libre, sirvió a Bernardino Rivadavia. Aunque trabajó para importantes familias, murió en la completa miseria llegando a tener 11 hijos.
Este es el homenaje de Metejon de Barrio a todos aquellos que han sido sometidos a la servidumbre en nuestro país. Difundir esta historia y reflexionar sobre ella nos hace crecer.
Algunos teléfonos que pueden sernos útiles:
- Tribunal de trabajo doméstico: 0800-666-4100 (opción 5)
- Trabajo Infantil: 0800-666-4100 (de 10 a 16 hs)
- Talleres clandestinos en la Ciudad de Buenos Aires: 0800-999-2727 (op. 1 y 2)
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