domingo, 1 de abril de 2012

“LA BRUJA ME REVENTO LA TARJETA” (especial para parejas)

En la foto podemos ver las espaldas de Salvador María del Carril, quien fuera vicepresidente durante el gobierno del general Urquiza, y que pasó a la historia por ser uno de los promotores del fusilamiento de Dorrego.

El político, está sentado en un imponente sillón, dirigiendo su mirada hacia el horizonte y a sus espaldas podemos ver a su mujer Tiburcia.

La historia cuenta que Salvador María del Carril le reprochó a su esposa el gastar compulsivamente. Ella, sin embargo, continuó comprando todo aquello que le apetecía.

Entonces Salvador enfurecido, optó por publicar en los diarios de la época una solicitada en la que dejaba bien en claro que no se haría cargo de las deudas de su esposa.

La mujer, ofuscada, decidió entonces nunca más dirigirle la palabra a su marido. Así, el silencio matrimonial se mantuvo durante 30 años.

En 1883 Salvador María del Carril fallece, y ella decide mandar a construir el majestuoso mausoleo en Recoleta.

Igualmente, durante los años que le quedaron de vida, doña Tiburcia se dedicó a hacer lo que sabía hacer bien: gastar en fiestas, tertulias, reuniones sociales, joyas relucientes, brillos y esplendores varios.

Quince años después de la muerte de su marido, ella también muere, dejando en claro en su testamento:
“no quiero mirar en la misma dirección que mi marido por toda la eternidad”…


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domingo, 1 de abril de 2012

“LA BRUJA ME REVENTO LA TARJETA” (especial para parejas)

En la foto podemos ver las espaldas de Salvador María del Carril, quien fuera vicepresidente durante el gobierno del general Urquiza, y que pasó a la historia por ser uno de los promotores del fusilamiento de Dorrego.

El político, está sentado en un imponente sillón, dirigiendo su mirada hacia el horizonte y a sus espaldas podemos ver a su mujer Tiburcia.

La historia cuenta que Salvador María del Carril le reprochó a su esposa el gastar compulsivamente. Ella, sin embargo, continuó comprando todo aquello que le apetecía.

Entonces Salvador enfurecido, optó por publicar en los diarios de la época una solicitada en la que dejaba bien en claro que no se haría cargo de las deudas de su esposa.

La mujer, ofuscada, decidió entonces nunca más dirigirle la palabra a su marido. Así, el silencio matrimonial se mantuvo durante 30 años.

En 1883 Salvador María del Carril fallece, y ella decide mandar a construir el majestuoso mausoleo en Recoleta.

Igualmente, durante los años que le quedaron de vida, doña Tiburcia se dedicó a hacer lo que sabía hacer bien: gastar en fiestas, tertulias, reuniones sociales, joyas relucientes, brillos y esplendores varios.

Quince años después de la muerte de su marido, ella también muere, dejando en claro en su testamento:
“no quiero mirar en la misma dirección que mi marido por toda la eternidad”…


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