sábado, 24 de noviembre de 2012

EN PLAZA 
CONS-TITU-CIOOOOON....

Plaza Constitución fue al igual que Plaza Miserere, una gran playa para la concentración de carretas que traían mercancías de las provincias. Tiempo después en la zona comenzó a funcionar un gran mercado, pero ya en su entorno comenzaban a florecer prostíbulos y pulperías.  

Para borrar los vestigios de la época colonial, había que poblar y afrancesar la ciudad. Pa ra ello el intendente porteño Torcuato de Alvear, debió pensar en parquizar toda la plaza y colocar algunos monumentos.

Así fue como surgió la gran Rocalla, popularmente llamada "la gruta de Constitución" que se construyó entre 1885 y 1888. No solo fue la más grande de las grutas de la ciudad, sino la más criticada...

Consistía en una muy rara imitación de un castillo en ruinas, lo suficientemente alto como para no pasar desapercibido (diez metros). Tenía torres, un atalaya, troneras; escaleras que llevaban hacia una especie de camino de ronda; poternas, matacanes, saeteras etc, etc etc. El supuesto objetivo de erigirlo en ruinas habría sido darle al paseo una atmósfera “romántica”.

Poco tiempo después de su inauguración la gruta ya eran peligrosa: se clausuró su acceso público y una parte debió demolerse por precaución.
Docenas de tarjetas postales de la época se empeñaban en mostrarlo como una curiosidad simpática, aunque llovían las críticas: aquel monumental adefesio había costado cien mil pesos fuertes y era absurdamente caro de mantener; no gustaba a nadie, y acabó llenándose de gatos quienes habitaron el lugar durante 27 años.

Finalmente para 1914 la gruta fue demolida con la realización de obras para la supuesta construcción de un subterráneo Retiro-Constitución por parte de la compañía Anglo Argentina, que nunca llegó a concretarse.

 

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sábado, 24 de noviembre de 2012

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Plaza Constitución fue al igual que Plaza Miserere, una gran playa para la concentración de carretas que traían mercancías de las provincias. Tiempo después en la zona comenzó a funcionar un gran mercado, pero ya en su entorno comenzaban a florecer prostíbulos y pulperías.  

Para borrar los vestigios de la época colonial, había que poblar y afrancesar la ciudad. Pa ra ello el intendente porteño Torcuato de Alvear, debió pensar en parquizar toda la plaza y colocar algunos monumentos.

Así fue como surgió la gran Rocalla, popularmente llamada "la gruta de Constitución" que se construyó entre 1885 y 1888. No solo fue la más grande de las grutas de la ciudad, sino la más criticada...

Consistía en una muy rara imitación de un castillo en ruinas, lo suficientemente alto como para no pasar desapercibido (diez metros). Tenía torres, un atalaya, troneras; escaleras que llevaban hacia una especie de camino de ronda; poternas, matacanes, saeteras etc, etc etc. El supuesto objetivo de erigirlo en ruinas habría sido darle al paseo una atmósfera “romántica”.

Poco tiempo después de su inauguración la gruta ya eran peligrosa: se clausuró su acceso público y una parte debió demolerse por precaución.
Docenas de tarjetas postales de la época se empeñaban en mostrarlo como una curiosidad simpática, aunque llovían las críticas: aquel monumental adefesio había costado cien mil pesos fuertes y era absurdamente caro de mantener; no gustaba a nadie, y acabó llenándose de gatos quienes habitaron el lugar durante 27 años.

Finalmente para 1914 la gruta fue demolida con la realización de obras para la supuesta construcción de un subterráneo Retiro-Constitución por parte de la compañía Anglo Argentina, que nunca llegó a concretarse.

 

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