miércoles, 14 de noviembre de 2012

ANALISIS DETALLADO DE UN "COMPADRITO"

Esta es la historia de “El Cívico”, personaje de la noche que habitó la pieza Nº 15, de "El Sarandí", un conventillo muy famoso de San Cristóbal.
Su profesión consistía en la explotación de su mujer, apodada "La Moreira", y en la
pesca y tráfico de nuevos clientes. El era de ascendencia italiana meridional (albaneses); ella en cambio, hija de andaluces gitanos.

No es necesario pintar a "El Cívico" como un buen mozo excepcional, porque la clave primera de su éxito, estaba en la seducción, pero una seducción indispensable, hechicera, de su físico. La segunda clave estaba en la astucia -viveza-, en la frialdad criminal disimulada, en el arte de la daga, en el coraje (típico compadrito guapo).
La tercera clave estaba en su "simpatía", en sus costumbres de adinerado, en los finísimos modos de su trato social, en sus aptitudes famosas de bailarín", en su labia.

Rendía culto a todo lo criollo. Lo era y trataba de serlo mucho más. No le faltaba voz para cantar y era buen guitarrero.

¿Como era el día a día?
Al atardecer, "La Moreira" se iba con otras al "café" de La Pichona, en la calle
Pavón, entre Rincón y Pasco, donde "trabajaba" como pupila, como lancera, como proxeneta y como bailarina. Como lancera, porque tiraba la lanza, la punga, a los giles alcoholizados y al gringuerío con plata; como proxeneta, porque era socia de su "marido" en eso de engatusar infelices y de venderlas como "novedades"; como bailarina, porque lo fue en grado sumo, y porque en el café de La Pichona fue uno de los que ayudaron a darle al tango la fama de prostibulario que se le asigna.

El Civico también salía al atardecer, pero un rato más tarde. Subía a una victoria (carro) que lo dejaba en lo de Hansen, en Palermo, o cerca de cualquier bar de la Boca, si no lo apuraba algún "negocio”. Sus preferencias estaban en lo de Hansen, porque todo compadrito de su clase anheló siempre codearse con los de arriba.

Para vestirse y adornarse los compadritos eran exagerados. Eran exagerados en todo. Llegaban a extremos tales coma ponerse los anillos sobre los guantes. Entre compadritos se llamaban "relajados".
Imitaron la moda de los ricos, y se trajearon y acicalaron, con un narcisismo exagerado de mujer, evidentemente sexual y sospechoso; tomaron el tango y lo llevaron a los medios sexuales obscenos. El contoneo criollo del caminar, que tuvo su origen en los tacos altos, ellos lo hicieron medio tilingo, si no amariconado. Y de la misma manera, a la coreografía del tango le dieron un estilo propio de exageraciones eróticas.

Fuente: El tango - José Sebastián Tallon

En la foto, compadritos en 1906 - AGN
 

1 comentario:

  1. Excelente, la verdad me dejo pensando, una mezcla de asombro, rechazo. etc.
    Cuando relata sobre ña exageracion como la de los anillos, vi un paralelismo con los negros proxenetas de u.s.a.

    salu2

    ResponderEliminar

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miércoles, 14 de noviembre de 2012

ANALISIS DETALLADO DE UN "COMPADRITO"

Esta es la historia de “El Cívico”, personaje de la noche que habitó la pieza Nº 15, de "El Sarandí", un conventillo muy famoso de San Cristóbal.
Su profesión consistía en la explotación de su mujer, apodada "La Moreira", y en la
pesca y tráfico de nuevos clientes. El era de ascendencia italiana meridional (albaneses); ella en cambio, hija de andaluces gitanos.

No es necesario pintar a "El Cívico" como un buen mozo excepcional, porque la clave primera de su éxito, estaba en la seducción, pero una seducción indispensable, hechicera, de su físico. La segunda clave estaba en la astucia -viveza-, en la frialdad criminal disimulada, en el arte de la daga, en el coraje (típico compadrito guapo).
La tercera clave estaba en su "simpatía", en sus costumbres de adinerado, en los finísimos modos de su trato social, en sus aptitudes famosas de bailarín", en su labia.

Rendía culto a todo lo criollo. Lo era y trataba de serlo mucho más. No le faltaba voz para cantar y era buen guitarrero.

¿Como era el día a día?
Al atardecer, "La Moreira" se iba con otras al "café" de La Pichona, en la calle
Pavón, entre Rincón y Pasco, donde "trabajaba" como pupila, como lancera, como proxeneta y como bailarina. Como lancera, porque tiraba la lanza, la punga, a los giles alcoholizados y al gringuerío con plata; como proxeneta, porque era socia de su "marido" en eso de engatusar infelices y de venderlas como "novedades"; como bailarina, porque lo fue en grado sumo, y porque en el café de La Pichona fue uno de los que ayudaron a darle al tango la fama de prostibulario que se le asigna.

El Civico también salía al atardecer, pero un rato más tarde. Subía a una victoria (carro) que lo dejaba en lo de Hansen, en Palermo, o cerca de cualquier bar de la Boca, si no lo apuraba algún "negocio”. Sus preferencias estaban en lo de Hansen, porque todo compadrito de su clase anheló siempre codearse con los de arriba.

Para vestirse y adornarse los compadritos eran exagerados. Eran exagerados en todo. Llegaban a extremos tales coma ponerse los anillos sobre los guantes. Entre compadritos se llamaban "relajados".
Imitaron la moda de los ricos, y se trajearon y acicalaron, con un narcisismo exagerado de mujer, evidentemente sexual y sospechoso; tomaron el tango y lo llevaron a los medios sexuales obscenos. El contoneo criollo del caminar, que tuvo su origen en los tacos altos, ellos lo hicieron medio tilingo, si no amariconado. Y de la misma manera, a la coreografía del tango le dieron un estilo propio de exageraciones eróticas.

Fuente: El tango - José Sebastián Tallon

En la foto, compadritos en 1906 - AGN
 

1 comentario:

  1. Excelente, la verdad me dejo pensando, una mezcla de asombro, rechazo. etc.
    Cuando relata sobre ña exageracion como la de los anillos, vi un paralelismo con los negros proxenetas de u.s.a.

    salu2

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