lunes, 6 de mayo de 2013

EL ULTIMO FAROLITO DE BUENOS AIRES

La primera mención conocida sobre alumbrado público en Buenos Aires data de 1744 y corresponde a una disposición del gobernador Domingo Ortiz de Rozas, quien ordenaba que tiendas y pulperías colocaran faroles desde la oración y hasta las 22 horas en verano y hasta las 21 en invierno, para evitar "ofensas contra Dios".

Más adelante, siendo gobernador el futuro virrey Juan José de Vértiz y Salcedo reiteró similares instrucciones. Igualmente el propósito del alumbrado era más completo pues servía para "evitar robos, muertes y otros excesos" y, a su vez, era "a ejemplo de las ciudades principales de Europa".

Los faroles eran iluminados con velas de sebo y en 1777, siendo Vértiz virrey estableció en forma definitiva el alumbrado público y otorgó a un tal Juan Antonio Ferrer, la primera concesión para el cobro del servicio de luz. El farol a vela funcionó hasta 1853.

El sistema de iluminación al aceite reemplazó a la vela, y funcionó desde 1840 hasta 1869. Este fue el sistema más criticado porque se extraía de las yeguas y como existía la prohibición de matarlas en determinadas épocas, escaseaba y elevaba demasiado el precio del producto. Pronto fue sustituído por el kerosene.

El alumbrado a kerosene, se implantó en 1869 con unos 1.709 faroles. La cifra máxima de instalación fue en 1900 cuando se colocaron 8.590 faroles y fueron totalmente retirados en 1925.

El último sistema de iluminación anterior al uso masivo de la electricidad fue el de alcohol carburado, que se implantó en 1905, pero se suspendió por la falta de alcohol durante la Primera Guerra Mundial.

Cuando llegó la electricidad y se acomodó para quedarse, el sistema quedó eliminado totalmente cuando el entonces intendente José Guerrico apagó el último farol, situado en la esquina de Avenida del Trabajo (actual Eva Perón) y Escalada, en 1931.

Fuente: "Luces Argentinas. Una Historia de la Electricidad en Nuestro País" - Felix Luna en una investigación para la empresa Edesur

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lunes, 6 de mayo de 2013

EL ULTIMO FAROLITO DE BUENOS AIRES

La primera mención conocida sobre alumbrado público en Buenos Aires data de 1744 y corresponde a una disposición del gobernador Domingo Ortiz de Rozas, quien ordenaba que tiendas y pulperías colocaran faroles desde la oración y hasta las 22 horas en verano y hasta las 21 en invierno, para evitar "ofensas contra Dios".

Más adelante, siendo gobernador el futuro virrey Juan José de Vértiz y Salcedo reiteró similares instrucciones. Igualmente el propósito del alumbrado era más completo pues servía para "evitar robos, muertes y otros excesos" y, a su vez, era "a ejemplo de las ciudades principales de Europa".

Los faroles eran iluminados con velas de sebo y en 1777, siendo Vértiz virrey estableció en forma definitiva el alumbrado público y otorgó a un tal Juan Antonio Ferrer, la primera concesión para el cobro del servicio de luz. El farol a vela funcionó hasta 1853.

El sistema de iluminación al aceite reemplazó a la vela, y funcionó desde 1840 hasta 1869. Este fue el sistema más criticado porque se extraía de las yeguas y como existía la prohibición de matarlas en determinadas épocas, escaseaba y elevaba demasiado el precio del producto. Pronto fue sustituído por el kerosene.

El alumbrado a kerosene, se implantó en 1869 con unos 1.709 faroles. La cifra máxima de instalación fue en 1900 cuando se colocaron 8.590 faroles y fueron totalmente retirados en 1925.

El último sistema de iluminación anterior al uso masivo de la electricidad fue el de alcohol carburado, que se implantó en 1905, pero se suspendió por la falta de alcohol durante la Primera Guerra Mundial.

Cuando llegó la electricidad y se acomodó para quedarse, el sistema quedó eliminado totalmente cuando el entonces intendente José Guerrico apagó el último farol, situado en la esquina de Avenida del Trabajo (actual Eva Perón) y Escalada, en 1931.

Fuente: "Luces Argentinas. Una Historia de la Electricidad en Nuestro País" - Felix Luna en una investigación para la empresa Edesur

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