jueves, 1 de marzo de 2012

LA PRIMERA "MULTA" PORTEÑA

Allá por el 1600, el paso de las carretas en el centro de la ciudad de Buenos Aires generaba grandes pantanos si llovía. Tal es así que cuando en 1620 un paisano y su caballo se ahogaron, el gobernador prohibió el tránsito por el centro, colocando troncos atravesados en las esquinas cercanas a la plaza mayor.

Diego de Góngora, el gobernador, también prohibió el estacionamiento generalizado de caballos en las puertas de las pulperías, primero porque no dejaban pasar a nadie, y segundo porque los pingos llenaban de bosta las calles convirtiéndolas en un chiquero nauseabundo.

Una tarde, paseando por la ciudad, el gobernador encontró un caballo mal estacionado y haciendo sus necesidades. De inmediato ordenó secuestrar el animal y multar a su dueño.

Jenario Romero fue el primer multado por mal estacionamiento, quien tuvo que ver como la grúa se llevaba a su vehículo. En aquel entonces, la grúa era apenas, otro caballo.

El hombre recién había llegado de Luján donde vivía con su mujer y sus 12 hijas, y paró a refrescarse un poco. Era el único lugar en donde poder descansar un poco, no solo del viaje sino también de 13 mujeres que lo apabullaban.

Luego, se dirigió al fuerte y pagó su multa. Ah... la pena no era en dinero sino en especie: Jenario pagó con una gallina comprada a un vecino, y regresó a su hogar.

fuente: Hist. Daniel Balmaceda

jueves, 1 de marzo de 2012

LA PRIMERA "MULTA" PORTEÑA

Allá por el 1600, el paso de las carretas en el centro de la ciudad de Buenos Aires generaba grandes pantanos si llovía. Tal es así que cuando en 1620 un paisano y su caballo se ahogaron, el gobernador prohibió el tránsito por el centro, colocando troncos atravesados en las esquinas cercanas a la plaza mayor.

Diego de Góngora, el gobernador, también prohibió el estacionamiento generalizado de caballos en las puertas de las pulperías, primero porque no dejaban pasar a nadie, y segundo porque los pingos llenaban de bosta las calles convirtiéndolas en un chiquero nauseabundo.

Una tarde, paseando por la ciudad, el gobernador encontró un caballo mal estacionado y haciendo sus necesidades. De inmediato ordenó secuestrar el animal y multar a su dueño.

Jenario Romero fue el primer multado por mal estacionamiento, quien tuvo que ver como la grúa se llevaba a su vehículo. En aquel entonces, la grúa era apenas, otro caballo.

El hombre recién había llegado de Luján donde vivía con su mujer y sus 12 hijas, y paró a refrescarse un poco. Era el único lugar en donde poder descansar un poco, no solo del viaje sino también de 13 mujeres que lo apabullaban.

Luego, se dirigió al fuerte y pagó su multa. Ah... la pena no era en dinero sino en especie: Jenario pagó con una gallina comprada a un vecino, y regresó a su hogar.

fuente: Hist. Daniel Balmaceda