domingo, 18 de marzo de 2012


"PELUQUEROS TOQUETONES" DEL 1800

A continuación, y con la ayuda de José Wilde, reflejamos la imagen de una barbería allá por el 1800:

"Constaba de lo que llaman un cuarto redondo; es decir, de una sola pieza a la calle. Las de más lujo ostentaban, tal vez, una puerta con vidriera. 
En esta puerta, con o sin vidrios, flameaba por regla general, una cortina de color, con grandes flores. Las paredes, estaban generalmente blanqueadas, casi siempre muy sucias y jamás empapeladas." 

"Un sillón de baqueta, una fuente, toallas (no muy limpias), peines ídem, completaban los objetos del peluquero; tal vez un poco de aceite de limón. 
En un rincón una escoba, no olvidando el tradicional brasero que, cerca de la puerta, o en otro rincón, sobre unos cuantos pedazos de carbón, mantenía la pava de agua caliente para la barba, y por supuesto para el indispensable mate."

"El barbero era un tipo especial; casi todos eran pardos o negros. Charladores incansables, entretenían al parroquiano con sus cuentos y chistes, y sabían la vida y milagros de todo el mundo. Por añadidura, todos eran guitarreros."

"En esos tiempos todavía no se usaba el cepillo o pincel de barba para jabonar la cara. El maestro movía con los dedos el jabón y el agua en la fuente hasta hacer espuma, y luego con la mano la frotaba en la cara de su cliente. 
En aquellos tiempos, como se ve, se manoseaba mucho más el rostro del pobre candidato; metían los dedos entre los labios, y en la época en que no se usaba bigote, se prendía el barbero sin compasión de la nariz, elevándola cuanto podía e imprimiéndole movimientos laterales para afeitar el labio superior."

José Wilde - Buenos Aires desde 70 años atrás. 



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domingo, 18 de marzo de 2012


"PELUQUEROS TOQUETONES" DEL 1800

A continuación, y con la ayuda de José Wilde, reflejamos la imagen de una barbería allá por el 1800:

"Constaba de lo que llaman un cuarto redondo; es decir, de una sola pieza a la calle. Las de más lujo ostentaban, tal vez, una puerta con vidriera. 
En esta puerta, con o sin vidrios, flameaba por regla general, una cortina de color, con grandes flores. Las paredes, estaban generalmente blanqueadas, casi siempre muy sucias y jamás empapeladas." 

"Un sillón de baqueta, una fuente, toallas (no muy limpias), peines ídem, completaban los objetos del peluquero; tal vez un poco de aceite de limón. 
En un rincón una escoba, no olvidando el tradicional brasero que, cerca de la puerta, o en otro rincón, sobre unos cuantos pedazos de carbón, mantenía la pava de agua caliente para la barba, y por supuesto para el indispensable mate."

"El barbero era un tipo especial; casi todos eran pardos o negros. Charladores incansables, entretenían al parroquiano con sus cuentos y chistes, y sabían la vida y milagros de todo el mundo. Por añadidura, todos eran guitarreros."

"En esos tiempos todavía no se usaba el cepillo o pincel de barba para jabonar la cara. El maestro movía con los dedos el jabón y el agua en la fuente hasta hacer espuma, y luego con la mano la frotaba en la cara de su cliente. 
En aquellos tiempos, como se ve, se manoseaba mucho más el rostro del pobre candidato; metían los dedos entre los labios, y en la época en que no se usaba bigote, se prendía el barbero sin compasión de la nariz, elevándola cuanto podía e imprimiéndole movimientos laterales para afeitar el labio superior."

José Wilde - Buenos Aires desde 70 años atrás. 



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