viernes, 16 de marzo de 2012

LA NOCHE QUE QUISIERON MATAR A SARMIENTO

Cuantos de niños habremos vociferado palabras en contra del padre de nuestra educación. Levantarse temprano, ir a la escuela, aguantar las cuentas, las oraciones, y encima cantar un himno en su homenaje!

Muchos deseamos atentar contra su imagen, pero algunos fueron más allá.

Domingo Faustino Sarmiento sostenía que "contra un asesino alevoso no hay preocupación que valga", convencido de que "cuanto más se guardó Abraham Lincoln fue cuando lo asesinaron". Fue así que el presidente argentino, cansado de las advertencias sobre amenazas contra su vida, se trasladaba sin custodias.


La noche del 23 de agosto de 1873, Sarmiento, sin precaución alguna, treparía solitario a la carroza parisiense estacionada frente a su casa de Maipú entre Temple (Viamonte) y Tucumán. En el corto trayecto hasta lo de Dalmacio Vélez Sársfield, serían el cochero y él, y los caballos.


Muy cerca, en la misma calle Maipú, había terminado la reunión en la que “El Austríaco” (apodo del líder de la banda) entregó las armas a tres italianos: trabucos naranjeros de bronce boca ancha comprados cerca de la central de policía. Uno bien cargado de pólvora, y varios puñales.


Los italianos eran marineros que habían sellado el primer compromiso con un adelanto de 200 pesos a cada uno a cuenta de la cifra mayor. Inmediatamente después de consumado el crimen cobrarían los 10.000 patacones o pesos fuertes. La señal para atacar la carroza que partía hacia la calle Corrientes sería un silbido de El Austríaco.


Los conspiradores revisaron la esquina del almacén donde el carruaje doblaría desde Maipú por Corrientes, aminoraría la marcha y así tendrían tiempo de apuntar. También revisaron el plan que al parecer les requería matar primero a los caballos. Todos, desconocían ser sospechosos ya que la policía manejaba rumores de una sociedad secreta en La Boca que quería asesinar al presidente.


Llegado el momento, uno de los italianos sostuvo el trabuco y disparó hacia el carruaje, lo que provocó una gran explosión. El trabuco estaba cargado en exceso, reventó y le destrozó la mano. Otros disparos dieron en una pared, pero todo se frustró, los caballos se encabritaron y Sarmiento -que ya oía muy poco- casi no se dio cuenta del atentado.


Los italianos fueron detenidos, y el principal conspirador, El Austríaco, fue asesinado en Montevideo tiempo después.


En las pericias químicas de las armas detectaron bicloruro de mercurio en las balas y un veneno también mortal en los puñales. Quien tocara este producto, con sólo tocarse el lagrimal tendrían una muerte inmediata.


Pero para Sarmiento y su carroza siguieron los problemas, aunque menos dramáticos (recibió silbidos por dejarla mal estacionada al ir al teatro y el 15 de diciembre del mismo año 1873 chocó con un tranvía tirado por caballos: ahh… lo abuchearon porque mandó preso al cochero).


Metejon de Barrio
 

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viernes, 16 de marzo de 2012

LA NOCHE QUE QUISIERON MATAR A SARMIENTO

Cuantos de niños habremos vociferado palabras en contra del padre de nuestra educación. Levantarse temprano, ir a la escuela, aguantar las cuentas, las oraciones, y encima cantar un himno en su homenaje!

Muchos deseamos atentar contra su imagen, pero algunos fueron más allá.

Domingo Faustino Sarmiento sostenía que "contra un asesino alevoso no hay preocupación que valga", convencido de que "cuanto más se guardó Abraham Lincoln fue cuando lo asesinaron". Fue así que el presidente argentino, cansado de las advertencias sobre amenazas contra su vida, se trasladaba sin custodias.


La noche del 23 de agosto de 1873, Sarmiento, sin precaución alguna, treparía solitario a la carroza parisiense estacionada frente a su casa de Maipú entre Temple (Viamonte) y Tucumán. En el corto trayecto hasta lo de Dalmacio Vélez Sársfield, serían el cochero y él, y los caballos.


Muy cerca, en la misma calle Maipú, había terminado la reunión en la que “El Austríaco” (apodo del líder de la banda) entregó las armas a tres italianos: trabucos naranjeros de bronce boca ancha comprados cerca de la central de policía. Uno bien cargado de pólvora, y varios puñales.


Los italianos eran marineros que habían sellado el primer compromiso con un adelanto de 200 pesos a cada uno a cuenta de la cifra mayor. Inmediatamente después de consumado el crimen cobrarían los 10.000 patacones o pesos fuertes. La señal para atacar la carroza que partía hacia la calle Corrientes sería un silbido de El Austríaco.


Los conspiradores revisaron la esquina del almacén donde el carruaje doblaría desde Maipú por Corrientes, aminoraría la marcha y así tendrían tiempo de apuntar. También revisaron el plan que al parecer les requería matar primero a los caballos. Todos, desconocían ser sospechosos ya que la policía manejaba rumores de una sociedad secreta en La Boca que quería asesinar al presidente.


Llegado el momento, uno de los italianos sostuvo el trabuco y disparó hacia el carruaje, lo que provocó una gran explosión. El trabuco estaba cargado en exceso, reventó y le destrozó la mano. Otros disparos dieron en una pared, pero todo se frustró, los caballos se encabritaron y Sarmiento -que ya oía muy poco- casi no se dio cuenta del atentado.


Los italianos fueron detenidos, y el principal conspirador, El Austríaco, fue asesinado en Montevideo tiempo después.


En las pericias químicas de las armas detectaron bicloruro de mercurio en las balas y un veneno también mortal en los puñales. Quien tocara este producto, con sólo tocarse el lagrimal tendrían una muerte inmediata.


Pero para Sarmiento y su carroza siguieron los problemas, aunque menos dramáticos (recibió silbidos por dejarla mal estacionada al ir al teatro y el 15 de diciembre del mismo año 1873 chocó con un tranvía tirado por caballos: ahh… lo abuchearon porque mandó preso al cochero).


Metejon de Barrio
 

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