domingo, 23 de febrero de 2014


EL LOCO DEL SUBMARINO (año 1810)

En 1810, un norteamericano llamado Samuel Williams Taber, llegó a Buenos Aires enterado de una Revolución que se estaba llevando a cabo.

El muchacho se presentó en el fuerte, donde expuso a los miembros de la Primera Junta los planos de un artefacto "submarino" que serviría para atacar a la flota realista en Montevideo.

Su invento era una especie de tortuga de madera con un taladro en la punta con el que Taber pensaba perforar el casco de los buques enemigos en el puerto de Montevideo, a efectos de colocar en esos agujeros... explosivos.

La Junta rápidamente designó un cuerpo especial para que estudiara los planes de Taber. Esta comisión estaba integrada por Cornelio Saavedra y Miguel de Azcuénaga, quienes mediante un informe secreto aprobaron la posibilidad de volar los polvorines flotantes de la armada española.
 
En menos de quince días comenzó la construcción del “proyecto Taber” submarino que estaría financiado enteramente por su inventor.

Pero al poco tiempo de iniciarse los trabajos, Taber cayó preso en Uruguay mientras intentaba espiar a los realistas, acusado de sobornar a soldados. Liberado, regresó a Buenos Aires un año después.

Finalizada la obra, la embarcación medía de 8 a 10 metros de largo, estaba pintada de negro y marcada con una letra “T” en blanco. Sus partes fueron colocadas en un gran cajón de madera de pino, también marcado con una letra “T”.

El 21 de octubre de 1811 Taber solicitó permiso para trasladarse a la Ensenada de Barragán con todo el equipamiento, a efectos de armarlo y probarlo en aguas del río. Esto era necesario, porque el bajo calado de las aguas del puerto de Buenos Aires, hacía imposible la navegación del artefacto. Además, hubiera llamado la atención de todos y no faltaría un soplón que informara a los realistas.

Sin embargo, Taber jamás llegó a Ensenada, porque antes que la pesada carreta iniciara su travesía, el 22 de septiembre de 1811, cayó la Junta Grande.

A los miembros del primer triunvirato les pareció arriesgada la idea del norteamericano y la descartaron. Jamás se supo adonde fue a parar el cajón con las partes del submarino.

Taber siguió durante 1812 con sus espionajes en Chile, y en 1813 murió cerca de Buenos Aires, víctima de tisis.

Los planos del submarino de madera desaparecieron, y la tortuga de Taber jamás pudo participar de la guerra de la independencia. Y aunque legó todos sus bienes a la Junta Revolucionaria, actualmente ninguna calle o plaza recuerda a este visionario precursor, que puso su vida y sus bienes al servicio de su país de adopción.

Metejon de Barrio una suricata curiosa!
 
 

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domingo, 23 de febrero de 2014


EL LOCO DEL SUBMARINO (año 1810)

En 1810, un norteamericano llamado Samuel Williams Taber, llegó a Buenos Aires enterado de una Revolución que se estaba llevando a cabo.

El muchacho se presentó en el fuerte, donde expuso a los miembros de la Primera Junta los planos de un artefacto "submarino" que serviría para atacar a la flota realista en Montevideo.

Su invento era una especie de tortuga de madera con un taladro en la punta con el que Taber pensaba perforar el casco de los buques enemigos en el puerto de Montevideo, a efectos de colocar en esos agujeros... explosivos.

La Junta rápidamente designó un cuerpo especial para que estudiara los planes de Taber. Esta comisión estaba integrada por Cornelio Saavedra y Miguel de Azcuénaga, quienes mediante un informe secreto aprobaron la posibilidad de volar los polvorines flotantes de la armada española.
 
En menos de quince días comenzó la construcción del “proyecto Taber” submarino que estaría financiado enteramente por su inventor.

Pero al poco tiempo de iniciarse los trabajos, Taber cayó preso en Uruguay mientras intentaba espiar a los realistas, acusado de sobornar a soldados. Liberado, regresó a Buenos Aires un año después.

Finalizada la obra, la embarcación medía de 8 a 10 metros de largo, estaba pintada de negro y marcada con una letra “T” en blanco. Sus partes fueron colocadas en un gran cajón de madera de pino, también marcado con una letra “T”.

El 21 de octubre de 1811 Taber solicitó permiso para trasladarse a la Ensenada de Barragán con todo el equipamiento, a efectos de armarlo y probarlo en aguas del río. Esto era necesario, porque el bajo calado de las aguas del puerto de Buenos Aires, hacía imposible la navegación del artefacto. Además, hubiera llamado la atención de todos y no faltaría un soplón que informara a los realistas.

Sin embargo, Taber jamás llegó a Ensenada, porque antes que la pesada carreta iniciara su travesía, el 22 de septiembre de 1811, cayó la Junta Grande.

A los miembros del primer triunvirato les pareció arriesgada la idea del norteamericano y la descartaron. Jamás se supo adonde fue a parar el cajón con las partes del submarino.

Taber siguió durante 1812 con sus espionajes en Chile, y en 1813 murió cerca de Buenos Aires, víctima de tisis.

Los planos del submarino de madera desaparecieron, y la tortuga de Taber jamás pudo participar de la guerra de la independencia. Y aunque legó todos sus bienes a la Junta Revolucionaria, actualmente ninguna calle o plaza recuerda a este visionario precursor, que puso su vida y sus bienes al servicio de su país de adopción.

Metejon de Barrio una suricata curiosa!
 
 

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