domingo, 16 de diciembre de 2012

MUJERES CONTROLADORAS

A principios de 1900 la beneficencia era algo clave para las clases dirigentes. Era una oportunidad de generar una “Nación” educada y responsable con rasgos europeos.

Uno de estos ejemplos es la Colonia Obrera de Nueva Pompeya o Pequeño Barrio San Vicente de Paul inaugurada en 1912 en el barrio mencionado.

En este caso en particular había que “crear ciudad” en un lugar que tenía muy cerca la primera villa de emergencia reconocida como tal: el “Barrio las Ranas o Las Latas”.

Para la construcción de aquel micro barrio hubo dos apoyos clave: el del aristocrático Jockey Club (que donó los terrenos) y el de la Asociación de las Damas de Caridad de San Vicente de Paul (más conocidas como las Damas Vicentinas), un grupo de señoras que ayudaban con su trabajo a gente necesitada.

Las Damas Vicentinas se convirtieron en administradoras del complejo en un barrio donde había mucho por hacer. Ellas no solo eran las encargadas de cobrar la renta que pagaban las familias ocupantes (la mayoría eran de obreros que trabajaban en la zona) sino también de hacer cumplir ciertas reglas para la convivencia en el lugar. Aquel reglamento impreso se colocaba en un cuadrito colgado en la entrada de las casas.

Entre otras cosas, no se permitía que hubiera animales y a partir de determinada hora, debía respetarse la orden de silencio. Las Damas podían inspeccionar cada casa en forma periódica y las familias no podían negarles el ingreso. Además, estaba determinado que todas las viviendas tendrían sus frentes de un mismo color: “verde imperio” o “verde inglés”, según la marca de pintura que se usara. Y si se colocaba algún toldo, debía ser siempre anaranjado.

El barrio actual cuenta con 46 casas de 1 ambiente, 96 casas de 2 ambientes y solo 3 casas de 3amb. Pocas son casas de alto, pero todas tienen techos de tejas. Existen pequeñas calles internas y en el centro del predio hay una gran torre con un reloj de cuatro caras. En tiempos en que funcionaba, el reloj regalaba campanadas cada 15 minutos y en su torre funcionaba una biblioteca y una capilla.



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domingo, 16 de diciembre de 2012

MUJERES CONTROLADORAS

A principios de 1900 la beneficencia era algo clave para las clases dirigentes. Era una oportunidad de generar una “Nación” educada y responsable con rasgos europeos.

Uno de estos ejemplos es la Colonia Obrera de Nueva Pompeya o Pequeño Barrio San Vicente de Paul inaugurada en 1912 en el barrio mencionado.

En este caso en particular había que “crear ciudad” en un lugar que tenía muy cerca la primera villa de emergencia reconocida como tal: el “Barrio las Ranas o Las Latas”.

Para la construcción de aquel micro barrio hubo dos apoyos clave: el del aristocrático Jockey Club (que donó los terrenos) y el de la Asociación de las Damas de Caridad de San Vicente de Paul (más conocidas como las Damas Vicentinas), un grupo de señoras que ayudaban con su trabajo a gente necesitada.

Las Damas Vicentinas se convirtieron en administradoras del complejo en un barrio donde había mucho por hacer. Ellas no solo eran las encargadas de cobrar la renta que pagaban las familias ocupantes (la mayoría eran de obreros que trabajaban en la zona) sino también de hacer cumplir ciertas reglas para la convivencia en el lugar. Aquel reglamento impreso se colocaba en un cuadrito colgado en la entrada de las casas.

Entre otras cosas, no se permitía que hubiera animales y a partir de determinada hora, debía respetarse la orden de silencio. Las Damas podían inspeccionar cada casa en forma periódica y las familias no podían negarles el ingreso. Además, estaba determinado que todas las viviendas tendrían sus frentes de un mismo color: “verde imperio” o “verde inglés”, según la marca de pintura que se usara. Y si se colocaba algún toldo, debía ser siempre anaranjado.

El barrio actual cuenta con 46 casas de 1 ambiente, 96 casas de 2 ambientes y solo 3 casas de 3amb. Pocas son casas de alto, pero todas tienen techos de tejas. Existen pequeñas calles internas y en el centro del predio hay una gran torre con un reloj de cuatro caras. En tiempos en que funcionaba, el reloj regalaba campanadas cada 15 minutos y en su torre funcionaba una biblioteca y una capilla.



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