miércoles, 12 de junio de 2013

EL COLOR DEL TRABAJO

¿Qué decir de algo tan banal y comercial como una marca?

¿Como hablar de sentimientos hacia algo que es inerte?
El sentimiento logramos expresarlo en algo que nos queda en la retina o en el paladar, algo que recordamos de nuestra niñez, o simplemente algo que añoramos volver a vivir.
¿Quién no tuvo una prenda desteñida por el paso de los años, o una abuela o tía vieja que le dijera "ponele anilina y revolvé"?

Anilinas Colibrí fue fundada en noviembre de 1911 en la esquina de Callao y Cangallo, por un ingeniero alemán: Germán Ortkras. En su origen no era una empresa comercializadora sino envasadora, representante de algunas marcas alemanas, entre ellas Bayer.


En el año 1942, se traslada la planta de la calle Cangallo, a la actual planta de la avenida Alvarez Thomas en el barrio porteño de Villa Ortúzar, logrando expandir la línea productos. En breve se comenzó con la producción de artículos tales como las pomadas para calzados, tintas para cuero, renovadores de gamuza, decolorantes, cera para pisos, tintas para tela y otros.


Ortkras era soltero, y al no tener descendencia, la dirección de la misma pasó a manos de dos personas que ya trabajaban con él: Wolfgang Stork y Juan Miguel Andriano y sus respectivas familias.

Una empresa familiar, no sólo por ser parientes, sino por la manera y el trato que se tenía con todo el que se desempeñaba tanto en la fábrica como en las oficinas, con un gran sentimiento de orgullo y pertenencia.

El recuerdo de algunos cuenta los festejos de la primavera en que se llenaban las calles de guirnaldas, y los días de Reyes, organizadas ambas fiestas por los Amigos de la calle Alvarez Thomas.

Para los festejos de Reyes se contrataban camellos que luego se guardaban en los depósitos de Anilinas Colibrí. Eran acontecimientos sociales donde participaba tanto la gente como los comerciantes de la zona.

En una época en que en las empresas la movilidad social es permanente, llama la atención que el personal de Anilinas Colibrí se mantiene por años, e incluso a través del tiempo se fueron incorporando hijos y nietos de estos empleados y obreros.



Este es un humilde homenaje de
Metejon de Barrio a aquellas marcas con historia, que son un ejemplo de esfuerzo, trabajo y unidad.





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miércoles, 12 de junio de 2013

EL COLOR DEL TRABAJO

¿Qué decir de algo tan banal y comercial como una marca?

¿Como hablar de sentimientos hacia algo que es inerte?
El sentimiento logramos expresarlo en algo que nos queda en la retina o en el paladar, algo que recordamos de nuestra niñez, o simplemente algo que añoramos volver a vivir.
¿Quién no tuvo una prenda desteñida por el paso de los años, o una abuela o tía vieja que le dijera "ponele anilina y revolvé"?

Anilinas Colibrí fue fundada en noviembre de 1911 en la esquina de Callao y Cangallo, por un ingeniero alemán: Germán Ortkras. En su origen no era una empresa comercializadora sino envasadora, representante de algunas marcas alemanas, entre ellas Bayer.


En el año 1942, se traslada la planta de la calle Cangallo, a la actual planta de la avenida Alvarez Thomas en el barrio porteño de Villa Ortúzar, logrando expandir la línea productos. En breve se comenzó con la producción de artículos tales como las pomadas para calzados, tintas para cuero, renovadores de gamuza, decolorantes, cera para pisos, tintas para tela y otros.


Ortkras era soltero, y al no tener descendencia, la dirección de la misma pasó a manos de dos personas que ya trabajaban con él: Wolfgang Stork y Juan Miguel Andriano y sus respectivas familias.

Una empresa familiar, no sólo por ser parientes, sino por la manera y el trato que se tenía con todo el que se desempeñaba tanto en la fábrica como en las oficinas, con un gran sentimiento de orgullo y pertenencia.

El recuerdo de algunos cuenta los festejos de la primavera en que se llenaban las calles de guirnaldas, y los días de Reyes, organizadas ambas fiestas por los Amigos de la calle Alvarez Thomas.

Para los festejos de Reyes se contrataban camellos que luego se guardaban en los depósitos de Anilinas Colibrí. Eran acontecimientos sociales donde participaba tanto la gente como los comerciantes de la zona.

En una época en que en las empresas la movilidad social es permanente, llama la atención que el personal de Anilinas Colibrí se mantiene por años, e incluso a través del tiempo se fueron incorporando hijos y nietos de estos empleados y obreros.



Este es un humilde homenaje de
Metejon de Barrio a aquellas marcas con historia, que son un ejemplo de esfuerzo, trabajo y unidad.





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